La preocupación por la existencia y protección del lince ibérico ha sido algo muy reciente en la historia. En España hasta mediados del siglo XX, el lince seguía siendo considerado una alimaña a la que se premiaban con recompensas al cazarla.
En la Edad Media la imagen del lince se encuentra muy distorsionada y según se recoge Bestiario Latino de la Biblioteca de Cambridge se presenta como una especie de lobo, que posee manchas en el lomo como un leopardo. Además se recalca que su orina se convierte en una piedra preciosa, la cual el lince entierra para que los humanos no la encuentren. (Este tema lo trataremos en otra entrada).
Sin embargo, Fisiologi, o Fisiólogo, padre de todos los bestiarios y de origen griego, señala al lince como un como una especie de gusano blanco con una vista extraordinaria que corre por los muros. La obra es un compendio de descripciones pseudocientíficas sobre zoología.
A partir de la obra publicada por el florentino Brunetto Latini, se mezcla la información acerca del gusano descrito por los antiguos griegos con las descripciones medievales, teniéndose al lince como «un lobo cervero o felino moteado de manchas negras como si fuese un leopardo que posee una vista muy aguda y ve a través de las paredes. Su orina se convierte en una piedra preciosa».
Finalmente en bestiarios posteriores ya se recoge al lince como una bestia del tamaño de un carnero cuya visión está tan desarrollada que ni las paredes ni la roca son obstáculos para ella.
Como se puede ver por las imágenes que ilustran este pequeño artículo, así como las descripciones que se han mencionado, los linces son muy diferentes con respecto a la realidad. Esto se podría deber a que en multitud de ocasiones los volúmenes eran copiados de otros dibujos preexistentes.
Para poder ahondar un poco en el mundo de los bestiarios podéis consultar esta página.